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TODOS SOMOS MAPUCHES

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich dijo por estas horas una frase tan mentirosa como desopilante: “No vamos a permitir una república autónoma mapuche en medio de la Argentina".

Lo cierto es que los mapuches históricamente han reclamado sus derechos como nación y nunca hablaron de constituir un estado o una república.

Y la distinción no es menor.

Una nación no se define por su territorialidad u organización jurídica.

Más aún, un pueblo puede no poseer territorio y como nación permanecer con su identidad intacta, como es el caso de los judíos antes de la Segunda Guerra, los gitanos, o los mismos kurdos. Y es que la idea de nación implica un sistema de creencias, un modo de vivir, con sus tradiciones, sus etnias, su religiosidad, en definitiva su cultura como manifestación de una visión de la vida. En otras palabras, la nación no es una organización de tipo jurídica como el estado, sino sociológica. O sea, que un grupo humano que preexistió al Estado pretenda ser reconocido como nación, además de ser un acto de justicia, no solo no atenta contra la república sino que la enriquece.

Lo más penoso e indignante de esta torpe escena es ver cómo la ministra suma su voz a la del grupo monopólico Clarín que acusa a la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche de ser “un grupo radicalizado que cree en la lucha armada como medio para reclamar por las tierras, y que ya protagonizó violentos ataques en la Patagonia, como incendios en inmuebles y vehículos”.

Mientras tanto, los dos, Bullrich y Clarín, le hacen un guiño cómplice a las grandes multinacionales como Benetton, con ávidos intereses económicos en nuestro sur, y como quien no quiere la cosa, embarran la cancha para justificar una política represiva que nos está dejando como saldo un nuevo desaparecido en democracia.

Decía Rabindranath Tagore:

“Agradezco no ser una de las ruedas de este poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por ellas”.

Doloroso consuelo de los tiempos que corren.

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