WALTER
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Si el césped de tu jardín ya está alto, si se tapó el desagüe pluvial y se está juntando el agua en el techo, si necesitás hacer una limpieza en el cuartito de los cachivaches, si querés cambiar los muebles de lugar, si necesitás un forzudo para levantar cualquier cosa pesada... Para solucionar esas tareas que siempre aparecen en una casa y una no las hace o por fiaca, o porque no puede, o porque no alcanza... (y no hablamos de plomería fina ni de electricidad delicada, tampoco de levantar paredes con plomada y nivel... ni de todo aquello que requiera el conocimiento de un "especialista"), en el barrio conocemos al hombre indicado. Morochazo, fuerte, dispuesto, macanudo, te soluciona los problemas y, si andás escaso de fondos, es tan generoso que puede aceptar en pago... ¡hasta un paquete de yerba! Walter es el tipo servicial, bien intencionado, atento y repetuoso, voluntarioso y adecuado para darte "una mano". Vive en Rafael Castillo, pero de vez en cuando aparece por el barrio y llama a la puerta de casa para ver si necesito algo. Trabaja de eso... haciendo "changas", sin capacidad ni posibilidades para conseguirse un trabajo en blanco, aunque tuvo un tiempo de bonanza cuando fue ayudante de portero en una escuela... hasta que se jubiló. Habla gozoso de la jubilación conseguida, gracias a la reina, suele decir, porque la logró a pesar de no tener todos los años de pagos que se requieren. Otro ser humano que, de no ser por la acción benefactora de aquel gobierno sensible, estaría destinado a la miseria y el dolor... ¡pero es un ser humano! que siente y sufre y tiene necesidades, tal como todos nosotros. Sólo que la naturaleza, y es muy probable que las condiciones de extrema pobreza en las que nació y vivió, no le dieran las luces necesarias para superarse u obtener un "laburo" mejor. Pero posee una cualidad de la que carecen tantos otros beneficiados en circunstancias mucho más favorables: Walter es agradecido. Y su verba sólo entiende y se expresa recordando la bonanza disfrutada en los tiempos de Cristina. Si no tuvieras la posibilidad de ver y sólo pudieras guiarte por lo que Walter dice... imaginarías a un hombre próspero, satisfecho... Porque, a pesar de la triste particularidad que le ha tocado vivir, podría decirse que Walter es un tipo feliz. El otro día me estaba contando que se pasó 30 años de su vida tratando de terminar el baño de su "ranchito" como el lo llama. Y que en los tiempos de Cristina... con la ayuda de su hijo, que consiguió un buen laburo... lo terminó en tres meses. Se le iluminan los ojos cuando dice... " No vaya a creer que mi baño es tan lujoso como el suyo" (vaya una a saber a qué le llama lujoso... azulejos, un vanitoris un lindo botiquín... ¡y nada más!) Pero entonces dice algo que me revela la realidad de tanta gente... la tristeza de sobrellevar injusticias y miseria. Palabras las suyas que me transportan a ciertos momentos de mi lejana infancia... Porque todo el esfuerzo para poder vivir dignamente se visualiza a través de esta sencilla frase, expresada con una sonrisa de oreja a oreja y un relampagueo luminoso de sus ojos negros... "¡Usted no sabe, señora lo que fue para mí tener una ducha, y poder abrir una canilla y que de ella saliera agua caliente! ¡Aaaah... qué gloria... qué maravilla bañarse así...!
El que nunca tuvo tanto...
sólo podría entender lo que se disfruta cuando
¡por fin! se alcanza..."