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ME VAN A TENER QUE DISCULPAR

ME VAN A TENER QUE DISCULPAR

"... Uno no puede andar por la vida reprobando a sus rivales y disculpando a sus amigos por el sólo hecho de serlo. Tampoco soy tan ingenuo como para suponer que uno es capaz de sustraerse a sus afectos y a sus pasiones, que uno tiene la idoneidad como para sacrificarlos en el altar de una imparcialidad impoluta. Digamos que uno va por ahí intentando no apartarse demasiado del camino debido, tratando de que los amores y los odios no le trastoquen irremediablemente la lógica. Pero me van a tener que disculpar, señores. Hay un tipo con el que no puedo..."

Este es el segundo párrafo de un cuento que debo haber leído, por lo menos, unas cincuenta veces desde aquella primera. Y escuchado otras tantas, en la maravillosa cadencia de Alejandro Apo. "Me van a tener que disculpar", incluido en "Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol". En él, Sacheri explica con su puño inmejorable y la simpleza de los inmensos, lo imposible que le resulta mirar a Maradona con los mismos ojos que a cualquier otro. No lo considera benefactor de la humanidad ni santo varón. Incluso, describe su profesión como profana. Sin embargo, aún teniendo en claro todo eso, se asume incapaz de juzgarlo como al resto de los mortales. Como futbolera y maradoniana, no solo he suscrito ese texto desde la sangría hasta el punto final, sino que la piel de gallina me dura por horas cada vez que me lo echo a los ojos o a los oídos.

Hoy necesito adueñarme del mismo como nunca. Hoy, Sacheri me va a tener que disculpar por hacer mío el Me van a tener que disculpar. No me importa cuántas causas pretendan endilgar a Hebe. No me pesan los procesamientos en su contra. No me preocupa qué tan guaranga, ni maleducada ni visceral la consideren. No me asusta qué tanto la demonicen aquellos para quienes es negocio demonizarla. No la considero benefactora de la humanidad ni santa mujer. Es más, agradezco que sea mucho más profana, más imperfecta, más humana. Más como yo. Su historia de vida, su ejemplo de lucha, su pañuelo blanco y sus rondas eternas, me alcanzan para volverla inimputable en mi sentir.

"Así que señores, lo lamento. Pero no me jodan con que la mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los demás mortales...Al menos yo debo tener la honestidad de recordarla para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria."

Gracias, Eduardo Sacheri, por dejarme colgar de tu decir, en días en que el alma se me queda muda de tristeza y de impotencia.

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